jueves, 9 de octubre de 2008

ANA AÑORA A SERGIO EN SU CUMPLEAÑOS


Hola, Sergio. Hoy día 9 de octubre tú hubieras cumplido 53 años y estarías pensando que te quedaba menos para prejubilarte y poder realizar así tu mayor ilusión: ir a vivir a Canarias. He colocado fotos tuyas de distintos viajes a las Islas Afortunadas al lado de mi ordenador. Ahí te veo todos los dias y tú me saludas con cara de felicidad. En esas imágenes se te ve tranquilo y relajado. ¿Te acuerdas de la foto en el barco cuando te confundieron con el capitán? En todos los muchos viajes que hicimos a Canarias se dirigía a tí la gente en alemán y cuando les contestabas que eras español se te quedaban mirando... No entendían que tus ojos y tu aspecto fueran españoles. Te encantaba sacarles de su error. Tu isla preferida era La Palma, "La Isla bonita", donde el cielo por las noches tiene un azul guapísimo. En 3 ocasiones estuvimos allí. Siempre en el mismo sitio, Puerto Naos, y en el mismo hotel: el Meliá. Dejamos nuestra huella en aquel lugar: los libros que leimos los depositamos en la biblioteca del hotel. Por las noches nos gustaba sentarnos en una terraza para tomar unos cubatas de ron canario y contemplar un cielo plagado de estrellas y de un color azul especial, precioso... Sergio, volveré a La Palma, me tomaré un cubata de ron, miraré el cielo azul y ……....….

jueves, 2 de octubre de 2008

UN RECUERDO "PALPITANT"


Antes de que Jose me llamara para decírmelo, recuerdo que siempre que me acordaba de Sergio se me dibujaba una sonrisa. Invariablemente, su evocación la relacionaba indisolublemente con su bonhomía y los muy buenos momentos de diversión y amistad compartidos con él.

Ahora el recuerdo ya no es tan agradable al principio. Es imposible no sentir dolor cuando sabes que no vas a poder volver a disfrutar de la compañía de un amigo tan especial. Pero, afortunadamente, siempre acaban por consolidarse en el recuerdo aquellas imágenes que perfilan la personalidad de un ser que ha pasado por nuestras vidas haciendo que éstas sean mejores.

Sé que no tengo una visión completa del cuadro y que juego con ventaja. No conocí al Sergio esposo, ni al Sergio padre, ni al Sergio compañero de trabajo, ni a muchas de las versiones de Sergio que ha habido.
Puedo imaginarme que en esos otros ambientes cotidianos, alguna vez Sergio sería injusto, egoísta o interesado. Todos lo somos.

Sólo puedo hablar de cómo era siendo un Palpitant (www.palpitant.blogspot.com), esa extraña, inconexa, entrañable (y, contra toda lógica, duradera) reunión de amigos (reconozcámoslo, un poco infantiles) cuyo único propósito reconocido es pasárnoslo bien durante unas horas, en base a sumergirnos en un microcosmos ensoñador altamente sospechoso (¿como interpretar si no esa obsesión por recordar siempre el chiste torero de Juan o el día que Miguel Ángel desplazó “a huevo” un coche?).

Cuando estaba con nosotros, el adjetivo que mejor le cuadraba a Sergio era el de “generoso”.

Y no me refiero únicamente a lo más obvio: era imposible evitar (incluso para uno de Portugalete) que pagara siempre la primera ronda; y muy difícil, evitar que pagara las siguientes.

Me refiero también a otros sorbos de generosidad.
Por ejemplo, siendo, como era, una persona con un gran ingenio y sentido del humor, era tan generoso que, se echaba a un lado voluntariamente, y dejaba libre el escenario para que los (presuntamente) ingeniosos oficiales tuviéramos nuestros cinco minutos de aplausos.

No sólo eso, Sergio era generoso celebrando cada ocurrencia ajena. Te hacía sentir que eras el colmo de ingenio y de la ocurrencia, y todo ello destilando sinceridad; de manera natural, y sin imposturas.

Sergio era generoso celebrando la amistad. Haciéndote sentir expresamente lo que disfrutaba en nuestra compañía. Siempre atento a ver si necesitabas algo o si podía apoyar en algo. Siempre ofreciéndose para ayudar fuera cual fuera el problema que se planteara.

Resulta curioso que siendo un palpitant sobrevenido (buena parte de los recuerdos comunes del pasado no le tenían como protagonista), casi hubiera adquirido la categoría de icono del grupo.

Y es que todos nos sentíamos más arropados con él; a la manera de un hermano mayor sobreprotector, y no sólo por su físico bello e imponente (trasgresión: hubiera arrasado en el ambiente “oso” de Chueca ).
Reconozco que hasta que no le veía y me fundía en un abrazo con él, no cobraba completa constancia de que los Palpitant se reunían de nuevo; de que empezaba el espectáculo.

Sergio era, además, generoso ante la crítica. Defendía sus ideas sin imposiciones y en tono amable y paciente escuchaba cualquier opinión aunque algunas fueran tan peregrinas y provocadoras como las emitidas por gente como yo.

Era generoso, igualmente, siendo amable y paciente depositario de esas confidencias (algunas casi inconfesables) habituales que, alentadas por el peso del discurrir del día (y del alcohol), se van sedimentando a media tarde de cada reunión Palpitant, abriéndose paso entre toneladas de sentimentalismo (y, que coño, de auténtica grandeza de corazón).

Fue generoso, incluso, siendo un eslabón fundamental (Jose, por medio) a la hora de reconducir el camino equivocado (“moríamos de éxito”) que habían tomado nuestra reuniones: de una primaria celebración de la amistad más simple habíamos pasado (ningún culpable, que quede claro) a macroeventos regidos por gente que no era capaz de evocar ningún verano en Villasana.

En fin, era generoso siempre, para todo y para todos.
Quiero que se me crea cuando digo que no he conocido nadie así de noble.

Hace mucho que le adelanté a Jose que quería escribir unas breves líneas sobre nuestro amigo. La verdad es que pensé que me resultaría más fácil cumplir la promesa.
Con independencia de mejores o peores habilidades literarias, cuando en diversas ocasiones me he puesto a la tarea de ordenar sentimientos siempre he acabado abandonando porque me daba cuenta de que no iba a acercarme siquiera a ser capaz de trasladar al papel algunas de las emociones que Sergio dejó en mí (en nosotros).

Obviamente, se que ahora tampoco lo he logrado, pero, al conocer que los Palpitant vamos a volver a reunirnos en un par de semanas, he querido que las personas más cercanas a él (pienso, sobretodo, en Ana y Virginia - de las que Sergio siempre presumía) cuenten también con una voz que recoja (al menos, en parte) nuestro emocionado recuerdo y nuestro incondicional cariño hacia él.

Dentro de unos días vamos a brindar en Villasana por Sergio y su memoria.
Ya adelanto cuales serán mis palabras: “Gracias, Sergio, por habernos elegido como amigos”.


Alberto
(Portugalete, 02-10-08)


P.D.: Después de releer el texto creo que a Sergio no le habría gustado del todo; que le habría parecido demasiado formal y que echaría a faltar algo del espíritu “palpitant”. No sé.
Quizá si cambiamos el titular…
“Ni ruso ni maricón: ¡¡¡Sergei forever¡¡¡”. ¿Qué tal esto, Sergio?.